Piensa en algo dulce pero no empalagoso, ligero al paladar, suave… ¿Se te ocurre una forma mejor de terminar una buena comida? ¿Eres de los/as que empieza a comer pensando en el postre?
Quizá, el hecho de estar relegado al último lugar nos hace pasarlo un poco por alto y no incidimos lo suficiente en su importancia. Pero, qué sería de la comida sin el postre… Por supuesto, nos referimos siempre a postres que estén a la altura del resto de platos o tapas y, cómo no, caseros, como los que ofrecemos en El Rinconcillo y La Trastienda.
En ambos establecimientos compartimos la carta de postres, al igual que hacemos con otras recetas, como las espinacas con garbanzos. Pero no nos vayamos del tema…
Del otro lado están quienes prescinden del postre tras la comida para evitar ganar unos kilos de más, pero no nos engañemos… Los kilos de más son el resultado de nuestros hábitos y estilos de vida. Por eso, ¿qué sentido tiene renunciar a él? Más aún cuando, como decimos, es casero y está elaborado con productos de primera calidad.
En El Rinconcillo y La Trastienda tenemos los de toda la vida: el dulce de chocolate blanco, la marquesa de chocolate, la tarta de queso o el flan de queso; y otros que son el resultado de combinaciones sencillas pero muy agradables al paladar, como el queso manchego con cabello de ángel o el primero con carne de membrillo. Y, para quienes prefieran la opción más natural, fruta del tiempo.
Los más golosos lo tendrán más difícil para elegir solo uno… Más suerte corren los comensales de menú, a los que servimos un surtido de todos ellos. Eso sí, es para compartir. O no…