¿Te has preguntado alguna vez por el origen del bacalao con tomate? Probablemente, se trate de una de las tapas situadas en el ‘top 5’ de El Rinconcillo y, pese a su condición de ser típicamente cuaresmal, tampoco falta en nuestra carta en cualquier época del año.
Lo cierto es que las cifras indican que es uno de los pescados más consumidos en nuestro país, pero donde es verdaderamente el rey es en nuestra vecina Portugal. De hecho, fue allí donde se empezó a popularizar en el siglo X, cuando los vikingos comenzaron a comerciar con los lusitanos cambiando el bacalao por sal. Pero no fue hasta comienzos el siglo XVI cuando alcanzó su punto álgido tras ser redescubierto por el navegante portugués Gaspar de Corte Real en uno de sus viajes a Terranova.
En España su uso se popularizó a partir del siglo XVII de la mano de los vascos, extendiéndose por toda la península rápidamente, ya que los españoles, cumplidores de las normas referentes a ayunos y abstinencias, vieron en él la mejor solución para guardar la Cuaresma. Y hasta hoy.
Si seguimos reduciendo el círculo geográfico, podemos afirmar que en Sevilla el bacalao es inherente a la ciudad. De hecho, incluso entró a formar parte de su “callejero” con la famosa Cuesta del Bacalao, el tramo que une la calle Argote de Molina con Placentines. Y es que, como quizá ya sepas, allí se encontraba una tienda de ultramarinos que se anunciaba con un enorme bacalao de madera (recuperado hace algunos años).
En la actualidad, la Cuesta del Bacalao está estrechamente ligada a la Semana Santa de la ciudad al tratarse de un punto estratégico para ver la recogida de la mayoría de hermandades.
Volviendo al ámbito gastronómico, en El Rinconcillo, desde luego, sacamos buen rendimiento de él con varias recetas: el bacalao frito, el bacalao a la roteña y, cómo no, los pavías de bacalao y, como decíamos al principio, el bacalao con tomate. Un día de estos, os contaremos la receta de nuestro jefe de cocina…