Ya sea por las tertulias que aquí se acogen, por nuestros siglos de historia o, simplemente, porque sí, El Rinconcillo ha tenido en sus años de andadura muchos clientes ilustres dentro y fuera de las fronteras locales. Hoy queremos rendir homenaje a uno de ellos que, además de asiduo, fue amigo de la familia.
Pintor, académico y catedrático, Francisco García Gómez era habitual de nuestras tertulias, como recogía el diario ABC de Sevilla; y cliente ilustre, como también reflejó Diario de Sevilla. Pero, además, fue un gran amigo de la familia De Rueda.
Poco (o nada) podemos descubrir de García Gómez, como se le conocía en los círculos artísticos, que ya no se sepa; pero el hecho de que haya sido el único pintor vivo que conoció una obra suya en el Museo de Bellas Artes dice mucho de él y su trayectoria. Para quienes no lo sepan, se trata de “El alquimista”, un retrato fantasioso de su cuñado Manuel Márquez con el que obtuvo el premio de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría.
En su amplia obra también hubo lugar para El Rinconcillo, con dos cuadros que siempre ocuparán un lugar privilegiado en nuestras paredes. Uno de ellos refleja la fachada de la calle Gerona, con las puertas y ventanas del local abiertas; y el otro lo dedicó a uno de los detalles (o recuerdos) que conservamos de los tiempos del ultramarinos: el taco de papeles que cuelga junto al teléfono (también de la época), donde se anotaban las cuentas y los pedidos de los clientes de confianza. Además, una témpera sobre papel del año 62 con su firma cuelga de una de las paredes de la sala de tertulias.
Huelga decir que es un honor para quienes formamos parte de El Rinconcillo que García Gómez incluyera a esta casa en su obra y que estas creaciones seguirán siempre siendo parte importante de este museo particular.