La comida entra por los ojos. Se conquista por el estómago… ¿Quién no ha escuchado estas frases en más de una ocasión? Y son más que ciertas… Todos los sentidos juegan su papel en nuestra relación con la comida, aunque unos sean más protagonistas que otros; pero todos ellos enviarán sus respectivos estímulos al cerebro de manera que el plato que tengamos delante puede resultarnos más o menos atractivo.
Comencemos por la vista, que es el primero que entra en acción junto con el olfato. La presentación, la cantidad, los colores, las formas… Nada se escapa a ese primer vistazo general, aunque también puede que nos engañen con algún trampantojo, cada vez más habituales en la cocina.
El olfato, el sentido con más memoria, puede retrotraernos a algún momento del pasado. Gracias a él descubrimos los aromas que desprende la combinación de ingredientes, pero además tiene mucho que ver en la percepción del sabor. Tanto como que es el responsable en un 80% del sabor que percibimos. Asimismo, ayuda a nuestro estómago a prepararse para la digestión a través de la estimulación de los jugos gástricos.
El gusto, cómo no, es el protagonista. Las “emociones” que se despiertan en las papilas gustativas serán difíciles de borrar de nuestra memoria. Evidentemente, una experiencia culinaria se desarrolla en base al gusto y el resto de sentidos cobran relevancia en torno a él. Tiene que quedar satisfecho al 100%.
La temperatura de los alimentos y las texturas son características que percibimos mediante el tacto y, por último, el oído, que aunque es el sentido que menos empleamos en la gastronomía, también tiene su función. Por ejemplo, el crujir de determinado tipo de alimentos, como algunas verduras, nos permite hacernos una idea de su frescura y su textura.
La lección de todo esto, pues que aunque la materia prima sea buena, es esencial tener en cuenta ciertas cuestiones para que nuestros sentidos (y nosotros, claro) puedan disfrutar de determinado alimento o receta en todo su esplendor. Y si no, piensa por ejemplo en saborear una fina loncha de jamón ibérico y otra de un grosor considerable. Inevitablemente, las sensaciones no serán las mismas…
Poner interés en todos y cada uno de los sentidos hará que disfrutemos mucho más de cada bocado. Y esa es nuestra intención en El Rinconcillo y La Trastienda, que experimentes un estallido de sensaciones placenteras cada vez que nos visites. ¿Cuándo va a ser la próxima?