¿Te imaginas comer aceitunas, jamón o queso con tenedor? ¿O pelar una gamba con los cubiertos? Puede que lo segundo te haya pasado en algún almuerzo o cena más refinado en el que no te hayas atrevido a utilizar las manos ante el riesgo de parecer grosero/a en la mesa… Nada más lejos de la realidad.
Cuando la higiene y las buenas maneras no son un obstáculo, comer con las manos es un placer. Los dedos se convierten en un apéndice de nuestro paladar y casi estamos degustando la comida antes de llevárnosla a la boca.
Claro está, aquí también entra en juego el factor cultural porque, como sabemos, en países como India, Marruecos o Etiopía comen con una mano, de hecho, es un “detalle” que forma parte de su concepto de saborear la comida. Tanto es así que su gastronomía se adapta a esa forma de comer.
En nuestro país hubo un tiempo en que era más o menos así… En las Partidas del rey Alfonso X el Sabio se recogen una serie de recomendaciones acerca de los aspectos a tener en cuenta por “los hijos de los reyes para ser apuestos y limpios”. Entre ellas, se encontraba la de utilizar solo tres dedos (pulgar, índice y medio) para llevar la comida a la boca en lugar de tomar el bocado con los cinco dedos de la mano. Con ello, se esperaba que los modales en la mesa de los príncipes de Castilla destacaran sobre los del resto de comensales.
Lo cierto es que todas las culturas han conservado en cierta medida el hábito de comer con las manos y, sí, mucho ha evolucionado la cosa hasta ahora en España, pero por más que nos hayamos refinado, hay alimentos que no se pueden comer con cubiertos. Como decíamos al principio, qué iba a ser entonces del pan, las aceitunas, el jamón, el queso, las gambas e, incluso, las croquetas…
Pero aún hay más. ¿Conoces la tendencia llamada finger food? Aunque no es más que lo que venimos hablando (comer con las manos), como tendencia gastronómica va más allá, puesto que incluye la creación de pequeños bocados que se pueden (y deben) comer con los dedos. Se trata de una “mirada al pasado” que inició Ferrán Adriá en El Bulli para tratar de liberar a la alta cocina de ese formalismo y seriedad que la envuelve.
Por nuestra parte, en El Rinconcillo, nos quedamos de momento con las mencionadas aceitunas, el jamón, las gambas y demás, que también son pequeños bocados de cielo, pero de toda la vida…